Nació como parte de la ópera y desde que se separó, el ballet clásico no ha hecho más que deleitar: además de la admiración que causa, también ha provocado críticas por su severidad y por exigir lo que algunos señalan como "poses poco naturales". Pero en los últimos tiempos ha estado ganando popularidad como una forma de ejercicio.
Olvida la imagen tradicional de niñas en tutús rosados.
Hoy en día, las clases de ballet bien pueden estar dirigidas a gente mayor que no sueña con ser prima donna.
Su intención es mantenerse en forma y sano, lo que nos llevó a preguntarnos cuáles son los beneficios de entregarse a esta antigua forma de arte.
Pongámonos físicos
Una clase de ballet provee una sesión de ejercicio rigurosa.
Cuando los bailarines profesionales bailan en el escenario, lo que vemos son poses perfectas y agraciados movimientos, pero de cerca es evidente que el esfuerzo es arduo y el sudor corre.
La belleza de la danza sólo se logra trabajando duro en la barra.
Las clases se enfocan en muchas partes diferentes del cuerpo: brazos, piernas, músculos del estómago, pies y tobillos, que se van tornando cada vez más fuertes y firmes.

Es, no obstante, una forma extrema de movimiento que ejerce mucha presión sobre las articulaciones.
Los beneficios físicos del ballet se empezarán a notar en cuestión de unas pocas semanas de asistencia regular a las clases.
Sin embargo, la sensación de bienestar de las lecciones será visible casi inmediatamente, pues además de la actividad física, el ballet es excelente para la salud mental.
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